Machu Picchu tejido
Serie de tapices inspirados en las murallas de Machu Picchu, Perú.
La fugacidad del tiempo. Los hijos crecen en un abrir y cerrar de ojos. Los castigos del pasado ahora son mis pasatiempos favoritos: quedarme en casa y leer. Las fotografías y los videos son nuestro ingenuo engaño al tiempo. Mi video cámara Sony Hi8 aún guarda un cassette dentro.
La gente creativa tiene otros recursos para aferrarse o soltar, según sea la necesidad. En mi caso, pinto, escribo o tejo.
Hace muchos años, en el 2016 creo, viajé con mi familia a la zona sur de Perú. Cruzamos hasta la ciudad de Tacna desde la frontera chilena en nuestro primer motorhome. Ya desde nuestra primera parada nos deleitamos con la gastronomía peruana y la amabilidad de sus habitantes. Aunque antes tuvimos que acostumbrarnos a su alocado tránsito.
Luego de unos días conociendo la ciudad y los mercados de Tacna, nos trasladamos a la preciosa ciudad blanca de Arequipa, conocida por su arquitectura barroca construida con sillar, una piedra volcánica blanca. El paisaje es coronado por la presencia de 3 imponentes volcanes que la rodean.
Luego de varios días continuamos nuestro camino hacia la mágica ciudad Inca Machu Picchu. Nos trasladamos hasta Puno, luego Cuzco, Ollantaytambo, Aguas Calientes y finalmente llegamos a nuestro destino.
Su construcción causó tal impresión en mí, que me tomó muchísimo tiempo procesar toda la información que se colaba por mis sentidos. El paso del tiempo no fue un problema para mí. Diría que fue todo lo contrario. Tomar distancia de la experiencia me ayudó a comprenderla y a dimensionarla. En ningún caso el paso del tiempo contribuyó a desdibujar los recuerdos. Pues la impresión quedó grabada a nivel celular, imposible de borrar.
Sin embargo, fue muchos años después que comencé a tejer los muros de Machu Picchu. Una serie de tapices tejidos en telar con algodón y fibras de llama y oveja criados en la región de Magallanes, en la Patagonia chilena. Supongo que ocurrió cuando debía ocurrir. Ni antes ni después. Cuando estuve lista. Solo comencé a tejer.
Ni siquiera utilicé bocetos. No busqué las fotografías de la época. No recurrí a referencias. Nada. Absolutamente nada. Solo indagué en mi memoria. Y me lancé. Como casi todo lo que hago en la vida. Me escucho. Me siento. Me leo. Me lanzo.
Las fibras proteicas fueron hiladas en un proceso híbrido que mezcló procesos artesanales y otros en máquinas de hilado de baja producción. Las fibras no fueron teñidas, aprovechando los colores naturales de las llamas.
Generalmente utilizo el algodón exclusivamente para las urdimbres, y reservo las fibras más exquisitas para la trama.
No todos mis procesos creativos son iguales. Algunos toman menos tiempo. Otros más. Algunos son empalagosos y no se deciden nunca a salir al sol. Para mí lo importante es que sean auténticos. Mis procesos creativos van separados de, por ejemplo, mi trabajo.
Esto suena raro y hasta contradictorio. Puesto que mis obras están disponibles para la venta. Sin embargo, lo que quiero decir, es que al momento de trabajar en ellas, no estoy pensando en el (posible/futuro) comprador, sino en lo que yo quiero expresar, en lo que siento, en responder a una inquietud, a un dolor, a una necesidad, etc. Es un proceso muy íntimo y auténtico. Es imposible entrar en un flow creativo si estás pensando en complacer a la demanda. Imposible. Para eso están los diseñadores!
Por otra parte, también hay creatividad en mi trabajo, por ejemplo en una asesoría de producto o en una estrategia comunicacional. Pero definitivamente no es lo mismo.
¿Cómo te llevas tú con tu proceso creativo en lo personal o en lo profesional? ¿logras entrar en ese flow creativo que te permite alcanzar tu máximo potencial?
Con cariño,
PD: Más fotografías en mi web: https://claudiawool.com/machu-picchu/
Me gustan los procesos creativos desde la memoria. Maud Lewis decía que dibujaba así, escenas de su memoria: una de sus gallinas, gatos en la ventana, recuerdos de infancia...
¿No crees que salen cosas sorprendentes cuando creamos desde ahí?