Cuando la falta de rutina se hace rutina
Para bien o para mal, es uno de los desafíos de la #vanlife 🤷🏻♀️
El otro día vi el video de una chica viajera que estaba muy contenta porque ya iban 3 días seguidos que podía ir al gimnasio en Canadá -país que se encuentra recorriendo en estos días- pues había comprado un ticket que le permitía usar cualquier gimnasio en todo el país.
Ella decía que amaba las rutinas porque le permitían alcanzar objetivos, aunque con su vida nómada de viajera eso no era tan fácil.
Me sentí súper identificada, pues también tengo esa sensación hace un tiempo. Muchas veces me he sentido estancada. De hecho este mismo blog ha sido una de las principales víctimas de esta vida loca que llevo desde diciembre de 2022, en la que me cuesta muchísimo organizarme.
¿Tanto así? Pensarás tú.
Yo estoy en mi propio neolítico, pero al revés. Pasé del sedentarismo agrícola al nomadismo del cazador recolector.
Te doy un par de ejemplos:
¿imaginas no saber si tendrás agua suficiente para lavarte el pelo? Me pasa todo el tiempo, así es que me organizo con mi marido quien es el principal “recolector” de agua para llenar el estanque de nuestra motorhome (autocaravana)
¿Imaginas no saber dónde ni a qué hora podrás encontrar un estacionamiento seguro, silencioso y nivelado donde pasar la noche? Nos ocurre cada vez que avanzamos, que puede ser cada 2 días o 1 semana. A pesar que usamos apps de estacionamientos para viajeros, nos ocurrió ayer que la normativa local había cambiado y la policía vino a echarnos.
Desde que iniciamos este viaje, mi mantra ha sido:
“Por una vida menos estructurada y más espontánea”
Y realmente he disfrutado muchísimo la aventura de conocer tantos sitios espectaculares, culturas, personas, olores, sabores, historias, etc… que no es algo que cambiaría 🙏🏻
Me siento bendecida por todo lo vivido. Todo. Desde el momento en que nací hasta hoy.
Pero, ¿a qué se debe toda esta palabrería? Te preguntarás.
Lo que pasó fue que hace unos días me encontré con la grabación de una clase del diplomado de artesanía de la Universidad de Temuco de Chile, a la que me invitaron hace un par de años, para exponer mi experiencia a cargo de mi empresa de hilados artesanales y workshop de tejido Wool Crafts.
No te voy a mentir. La nostalgia me invadió y se me apretó un poco el estómago. Me alegré y enorgullecí por todo lo logrado.
Y entonces pensé en todo lo que ANTES era capaz de hacer. En todos los obstáculos que vencía y en todos los objetivos que alcanzaba. Era una súper women: madre, esposa, empresaria, profesora de tejido, creadora textil, etc… Todos los sombreros me quedaban.
Luego recordé lo trabajólica que era, lo agotada que estaba, y lo enferma (de la espalda) que estaba. Además de lo desconectada que estaba con mi cuerpo y con mi relación de pareja (mi marido también era trabajólico)
Y entonces el tema es:
¿Existe una fórmula para llevar una vida más lenta siendo medianamente productiva?
Ni siquiera estoy pensando en alcanzar la mitad de lo productiva que era. Con ⅓ me basta.
Sé que la rutina es importante y que éste es el peor momento de mi vida para obligarme a una rutina.
Cuando inicié este viaje, veía a otros viajeros (en camping o áreas de parking libre) que se instalaban en sus reposeras plegables y no hacían nada. NADA! Aunque algunos leían y otros miraban su celular.
Y yo pensaba ¿cómo pueden no hacer nada?
Y ahora, después de casi un año y medio de viaje, soy yo la que no hace nada.
Si bien mi cuerpo adolorido agradece hacer menos, mi mente inquieta se desespera.
Urge un equilibrio, un acuerdo entre las partes.
Hace casi 40 semanas que subo un registro audiovisual de nuestro viaje, cada viernes, a nuestro canal de YouTube Diario Viajero 2.0
Este trabajo me toma muchas horas de investigación, grabación y edición. Y he logrado mantener “cierta rutina” para lograr este objetivo, debido a lo comprometidos que estamos con nuestros amigos, familiares y las bellas personas con las que nos hemos relacionado alguna vez, y que esperan esos episodios.
Pero al parecer esa rutina no es suficiente para alcanzar otros objetivos que vienen arrastrándose desde hace un tiempo, como un libro y mi primera exposición de tapices en solitario.
Ni siquiera para mantener cierta regularidad en este blog/newsletter.
Mi marido me dijo el otro día: “ahora tienes todo el tiempo del mundo”, a propósito de algo que ya no recuerdo. Y tiene razón. Se me acaba el argumento, diría Shakira.
Lo curioso es que es precisamente eso que buscaba en este viaje -la falta de estructura- lo que me aleja de la rutina y la productividad y, finalmente, redunda en una sensación de estancamiento y, por tanto, frustración.
Pero por otro lado, amo despertar en un lugar diferente cada pocos días (o cada día), aprender palabras nuevas en otros idiomas, sorprenderme, admirarme, y cuestionarlo todo a medida que conozco y aprendo.
Quizás no hay una respuesta.
Quizás, después de hacer todo, es momento de no hacer nada (¿Sprite lo dijo?)
Hay que vivir la transición. Sin oponer resistencia ni acelerarla. ¡Pero qué difícil es dejar que las cosas fluyan solas!
Por ahora solamente puedo agradecer que sigas aquí después de mi larga ausencia, leyendo, empatizando.
Te dejo un abrazo,
PD: Acá te dejo la clase para el Diplomado sobre Artesanía, que originó este post (pincha sobre la imagen para abrir el video):